Curso: Didácticas para la paz y la convivencia 4
"5) Realiza una microhistoria de una emoción (escoge entre estas: miedo, culpa, vergüenza, envidia). El escrito debe ser claro y sincero, y debe incluir aspectos desde que eras niño hasta la actualidad."
He llegado a uno de los momentos que más me llamaron la atención en el documento que nos dieron para leer, ese documento que, nos invita a hacer un viaje hacia nuestro interior, esta actividad es así:
Por último, tenemos la envidia. En una época donde impera el narcisismo, que todos queremos más que ser respetados, ser especiales, envidiamos los potenciales de los demás y con frecuencia los idolatramos. La sobreexposición de personas exitosas y famosas en medios de comunicación y la intimidad como espectáculo en redes sociales puede acrecentar la envidia. La comparación con personas virtuosas y el anhelo de ser como ellos también la alimenta.
La envidia, precisa Kierkegaard es una admiración infeliz. Hanzi Freinacht sugiere que para emanciparnos de la envidia, es preciso mejorar las habilidades de introspección, hacerla visible y nombrarla, para que no nos coja por sorpresa y purificar las intenciones, para no odiar y envidiar la grandeza de los demás.
Al igual que para los hombres puede ser un buen inicio intimar con la vergüenza, en las mujeres, reiteradamente se escucha que imperan en las relaciones entre ellas la envidia. Qué pasa cuando sentimos envidia, cuál es la naturaleza, la dirección, el color, la textura, en que parte del cuerpo anida…cómo se manifiestan los celos, la tentación fácil de caer en estereotipos y modelos que generan envidia."
Fonseca, A., 2021. Aulas Virtuales USB Bogotá: Entrar al sitio . [en línea] Uvirtual-u20.usbbog.edu.co. Disponible en: <http://uvirtual-u20.usbbog.edu.co/presencial/pluginfile.php/18828/mod_resource/content/2/content/index.html#/lessons/hWmvwwRjttcMMdFx5SS1fXT5mhvApa6J> [Consultado el 13 de octubre de 2021]
Es aquí donde inicia el viaje hacia el interior de mi cerebro y del lugar en donde habitan las emociones, un viaje que me llevará a un lugar y a un recuerdo que ya había olvidado, olvidado no por temor o por no estar superado, creo que, es la emoción y el recuerdo que me ayudó a estar hoy donde estoy y caminar el sendero que transito. . .
Nací en el año de 1978, hijo único de una madre que inició a formar parte del concepto o expresión que poco a poco se iría acuñando o acomodando como lo hace una visita molesta, el de "Mamá Soltera" A esta mujer le debo mi vida, el hecho de respirar, de caminar, de nacer, de ser de estar: en una palabra el titulo de MAMÄ. Ella, con su dedicación, su esfuerzo y abnegación me dio siempre lo mejor (cantaleta, caricias, correa, regalos, castigos, premios, en fin, todas aquellas coas que acompañan la infancia de una persona), pero no me podía dar algo que dormía en mi interior y que su ausencia se manifestaba de a poco... una figura a la cual llamar papá.
Mientras vas creciendo esa imagen duerme, pero a medida que creces y se hace evidente la imagen paternal (por el colegio, por la típica tarea del álbum o la foto familiar, etc) y descubres que esa imagen o figura no está presente en tu vida....no recuerdo que respuestas me daban, o cómo hacía mi mamá para explicarme la ausencia de un padre... solo sé que debió ser muy puntual y comprensible, porque si recuerdo ser consiente desde pequeño que no estaba, que no vivía con nosotros.
A medida que se crece un sentimiento empieza a nacer, el sentimiento del odio, del rechazo, de la rabia... ¿la razón? la ausencia del padre, el odio hacia el individuo hacia el ser que era, el cómo era... son cosas que ahora a mis 43 años aún no consigo explicar, solo existe el recuerdo del odio de ir creciendo renegando de él, de sus mentiras, de sus promesas sin cumplir... sentimiento de odio que ha medida que se crece se transforma en ideas absurdas como desearle la muerte, o de negarle a un individuo el derecho o el título que por progenitor ostenta, el de ser llamado papá.
A medida que sigo creciendo y entro a la llamada adolescencia el sentimiento de odio ha sido tan grande que me invade, es constante y muchas de las coas que en esa época viví hoy las puedo comprender y encontrar en el odio el génesis de las mismas. opero las personas en ocasiones encontramos n la Vida misma, quizá por ella misma, la forma de caminar un nuevo sendero, cada quién decidirá si continua en ese sendero, si es de su agrado o no, cada quien decide si sigue a Nietzsche y ostenta con orgullo la idea de la responsabilidad humana de matar a dios.
En mi caso el sendero de la espiritualidad comenzó a manifestarse de forma sutil, a nacer a incubarse a medida que un gusto por la lectura nacía de forma paralela, gracias al conocimiento inmerso en dichos libros, y a la meditación o análisis introspectivo de otros como el Kybalion, pude darme cuenta que, somos lo que pensamos, decretamos lo que pronunciamos, atraemos lo que en la mente, en el deseo y en la voz pronunciamos...
Mi odio hacia mi papá provenía de la envidia, la envidia que se manifestaba en mi niñez, envidia de mis amigos, compañeros, de otros niños que tenían o se exhibían con un papá, un papá que estaba ahí para guiar, para ayudar, para apoyar, para compartir ("La comparación con personas virtuosas y el anhelo de ser como ellos también la alimenta." Ob. Cit.)
Cuando se comprenden cosas como esas, y te confrontas a ti mismo, hablas con tu Ser, con esa parte de ti a la que no puedes mentir y engañar, esa parte que habita en lo interior que es capaz de hablarte de una forma tan directa y pura que no puedes contrariarle (algunos la podemos llamar Razón) Entonces, comprendes o miras lo grande que es el PERDÓN (como la canción Lo Grande Que es Perdonar- Vico C y Gilberto Santa Rosa, en: https://www.youtube.com/watch?v=4pR2xjvOHzU )
Si, Perdonar no es un acto exclusivo del que hiere a otro, o del que comete una ofensa; solemos creer que siempre el que es "culpable" debe enmendar su error clamando por esa palabra o sentimiento que debe provenir solo, en exclusividad, del afectado u ofendido. Usted decide si comparte o diciente de lo anterior, pero en mi experiencia comprendí y aprendí que debía aprender a pedirle perdón a mi papá, a reconocerlo como lo que era (mi padre, nada más ni nada menos) a verlo como una persona, como un ser como cualquier otro, del cual poseo (gracias a la genética y a otros aspectos poco aceptados por la ciencia) una gran carga hereditaria.
Hoy, tengo 43 años, soy papá (de un adolescente de 14 años) y decidí hace aproximadamente veinte tantos años atrás mover cielo mar y tierra para encontrar un número telefónico para llamar a mi padre, para hablar con él... "Todo está disponible si nuestra Mente lo está", así que que la vibración y la correspondencia se manifestaron y logré conseguir su número telefónico, después de los saludos de rigor...llegó mi tiempo de hablarle, de sincerarme y de perderle perdón, explicarle por qué, pedirle que me perdonará por negarme durante muchos años a decirle papá y darle el apelativo de "ese señor", por desearle la muerte y cosas peores.... Al final la conversación terminó con una promesa por su parte de volverme a llamar (que más sonó a excusa para disfrazar su apatía o falta de importancia por mi, o por seguir en contacto y "construir" una relación entre un padre y un hijo en donde se pudiera simplemente dialogar de vez en cuando.)
Mi parte fue hecha, el Odio se esfumó, el Perdón me enseñó otras cosas, me permitió ver otras. Hoy vivo tranquilo, aprendiendo de cada día, de cada momento, comprendiendo que emociones como la Envidia, son capaces de generar tanto Odio que puede dañar la vida de cualquier persona.
Gracias por tu tiempo para leerme.
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